La Coterapia desde una perspectiva gestáltica: Una danza de relación y crecimiento.

Autora: Lic. Veronica Konstantinovsky

En el marco de la terapia gestáltica, la coterapia emerge como una práctica que no solo potencia el trabajo terapéutico, sino que también enriquece la relación humana y profesional entre los y las terapeutas involucrades. La coterapia no es simplemente la suma de dos esfuerzos individuales, sino una interacción simbólica que da lugar a un proceso creativo y armónico, similar a un “bello ballet acrobático” (Zinker, 1994), en el que les terapeutas desarrollan una dinámica única a través del tiempo y el fortalecimiento de su vínculo.

Entonces… No es lo mismo dos terapeutas trabajando juntes, que una coterapia… Es necesario un trabajo previo de intercambio y conocimiento para integrarse en una unidad, que es lo que dará potencia a su trabajo. Este intercambio incluye supervisión para dar lugar a ejercicios en donde se ponen en juego las fantasías, los fantasmas, las herramientas y las sombras de cada une. La alianza entre les coterapeutas no solo fortalece el trabajo conjunto, sino que también incrementa su efectividad. Al conocerse profundamente, incluyendo sus puntos ciegos y vulnerabilidades, les coterapeutas pueden cuidarse mutuamente y aportar claridad a las intervenciones. Como apunta Wheeler (1998), el conocimiento mutuo entre les terapeutas actúa como un recurso fundamental para generar confianza y cohesión.

La coterapia se caracteriza por el intercambio fluido entre el o la terapeuta figura y el o la terapeuta fondo. Este vaivén permite que ambxs desempeñen roles complementarios, alternando entre liderar y sostener el proceso terapéutico. Esta dinámica crea una unidad que trasciende la individualidad de cada une, proporcionando un espacio más rico y diverso para el trabajo clínico.

No existe un saber único en la coterapia. Hay una integración que se construye a partir de las diferencias, las perspectivas y las habilidades particulares de cada terapeuta. También, la relación de les coterapeutas puede actuar como un modelo para les pacientes y otrxs profesionales. La forma en que gestionan sus diferencias, colaboran y confían el une en el otre inspira a quienes les observan. Esta relación ejemplifica cómo construir alianzas basadas en la confianza, el respeto y la comunicación abierta. Perls (1973) destaca que el modelaje de las relaciones humanas dentro del espacio terapéutico tiene un impacto transformador en la percepción del paciente sobre sus propios vínculos.

Un aspecto esencial de la coterapia es la confianza. En ocasiones, une terapeuta debe entregarse al liderazgo del otre, incluso sin conocer plenamente la dirección que este tomará. Esta entrega permite y favorece las intervenciones espontáneas de ambxs, dando lugar a que abran nuevas puertas y generen perspectivas inesperadas que enriquecen el proceso terapéutico. Naranjo (1990) enfatiza que la espontaneidad es una herramienta clave para el descubrimiento de nuevas posibilidades en el campo terapéutico.

En mi experiencia, el uso de un “cuaderno de la coterapia” vehiculiza la comunicación entre nosotres. Allí nos comunicamos no sólo las hipótesis y el registro de lo que va pasando en las sesiones, si no también, nos contamos qué nos va pasando a nosotres, cómo y en qué andamos y por dónde resonamos. Es un espacio para las asociaciones libres, las “hipótesis delirantes”, el humor, la contención entre nosotres y la  creatividad. Considero que, desde la perspectiva gestáltica, este estar en vínculo y en contacto son elementos fundamentales para el trabajo coterapéutico y no solo aportan información valiosa, sino que también promueven un ambiente de exploración y apertura. Estas contribuciones permiten abordar las situaciones desde ángulos novedosos, fomentando una mayor comprensión y crecimiento. Como señala Zinker (1994), la creatividad es la esencia de la terapia gestáltica, y en el contexto de la coterapia, esta se amplifica exponencialmente.

Como en cualquier relación humana, la coterapia puede enfrentar desafíos. Los conflictos no resueltos entre les coterapeutas pueden afectar la calidad del trabajo terapéutico. Por ello, es fundamental contar con entrenamiento, disposición para discrepar y habilidades para resolver disputas de manera constructiva. Dedicar tiempo a supervisar, dialogar sobre inseguridades y tensiones permite que la relación se fortalezca y crezca. Wheeler (1998) destaca que la capacidad de manejar los conflictos en una relación profesional es un indicador de madurez y efectividad terapéutica. Cuando estos desafíos se resuelven correctamente, bajo el marco de la actitud gestáltica, traen riqueza y crecimiento tanto en lo individual de cada une, como en el vínculo profesional. Esta experiencia transforma a les coterapeutas, ayudándolos a expandir sus capacidades y a profundizar en su comprensión de la relación terapéutica. Cómo Naranjo (1990) señala, el crecimiento personal del terapeuta es una pieza clave para sostener una práctica terapéutica enriquecedora.

LA CLÍNICA CON PAREJAS, FAMILIAS y GRUPOS: 

Cuando trabajamos en coterapia, luego de las primeras entrevistas (en el caso de parejas o familias) armamos hipótesis ensamblando los registros de cada une de nosotres. Con los años de trabajo aprendimos que no hay una lectura correcta de cada situación que traen les pacientes, sino más bien es la diferencia (aunque a veces tengamos impresiones contradictorias) la que suma y enriquece. Muchas veces a lo largo de las entrevistas posteriores es el otre terapeuta quien confirma el registro inicial de su compañere. De esta manera al diseñar nuestra estrategia de trabajo, lo hacemos en base al ensamble de las hipótesis de ambxs.

En el trabajo con parejas, y sobre la base de conocernos mucho nosotres, identificamos rápidamente la resonancia de cada une con los miembros de la pareja. Muchas veces sucede que yo sé por dónde está mirando o resonando mi compañere porque le conozco bien. Hacer contacto entre nosotres y dejarnos sostener por nuestra compañera o compañero nos permite mantener un eje sin “inclinarnos” hacia algune de los miembros de la pareja, es decir sin perder la mirada en lo que arman juntes, no ponernos en jueces o evaluadores de quien tiene razón o está mejor en la pareja. 

Trabajar en coterapia nos permite incluso a veces abordar alguna cuestión individual con une de les pacientes de la pareja que consulta. Une de nosotres se avoca a esta tarea mientras el otro o la otra acompaña el registro del paciente que está siendo testigo el trabajo de su compañere. De esta manera trabajar algo individual en una sesión vincular, con la pareja de testigo, siendo acompañades por la dupla coterapéutica, no deja a nadie afuera ni excluide, no se trata sólo de un tema individual sino también de una invitación a conocer, escuchar y hacer contacto con aspectos o situaciones desconocidas del compañere. Esto enriquece y favorece el trabajo del sistema complejo que representa una pareja. 

Lo mismo sucede con los tiempos y ritmos emocionales y de trabajo de cada integrante de lxs consultantes. Al haber dos terapeutas y estar habilitadas y trabajadas las diferencias, se facilita el acompañamiento de los diferentes ritmos para lograr la integración que permite que nosotres pongamos el foco en “el medio”, esa dinámica que arman juntes. Sin pretender modificarla o adaptarla a un solo tempo, acompañamos ese vaivén dando lugar a todo lo que sucede. Al mismo tiempo, al mostrar las diferencias que surgen en la pareja coterapéutica, no sólo de ideas, sino también de tiempos y estilos, se refuerza la confianza en el espacio, y esto permite equilibrar las diferencias de ritmo y enfoque entre lxs pacientes, ayudándolxs a avanzar juntxs desde puntos de partida diferentes.

La coterapia juega un rol esencial en el tratamiento, proporcionando balance, validación y estructura. La complementariedad entre los estilos de les terapeutas enriquece el proceso, abordando tanto el contenido emocional como las dinámicas relacionales de manera integral. La complejidad que implica una pareja invita a una intervención activa y diferenciada entre les terapeutas: por un lado mientras une trabaja directamente con la narrativa o la figura, el otre se enfoca en sostener la mirada en el fondo. Les terapeutas intervienen con estrategias diferenciadas bajo una misma hipótesis y con un mismo objetivo.

La coterapia, entendida como una relación dinámica y creativa, representa un recurso poderoso dentro de la terapia gestáltica. Al integrar confianza, complementariedad y un enfoque colaborativo, les coterapeutas no solo logran un impacto terapéutico significativo, sino que también modelan una forma de relacionarse que inspira y enriquece a quienes les rodean. 

La coterapia es, en sí misma, una danza de relación y crecimiento mutuo que refleja los principios fundamentales del Enfoque Gestáltico.

Bibliografía de consulta:

  • Delacroix, G. (2008).  Encuentro con la psicoterapia: Una visión antropológica de la relación y el sentido de la enfermedad en la paradoja de la vida. Editorial Cuatro Vientos. 
  • Naranjo, C. (1990). La vieja y novísima Gestalt. Editorial Cuatro Vientos. 
  • Perls, F. S. (1973). El enfoque gestáltico y testimonios de terapia. Editorial Cuatro Vientos. 
  • Wheeler, G. (1998). Las Tareas de la Intimidad: Reflexiones sobre un Abordaje Gestáltico en el Trabajo con Parejas.  Editorial GestaltPress
  • Zinker, J. (1994). En busca de la buena forma. Editorial IHS 
  • Zinker, J. (1977). El proceso creativo en la terapia gestáltica. Editorial Paidós México.